Presentación. Quién es el autor ?

Pepe Sacapuntas es un voyeur irreverente de la realidad. Muchos de sus trabajos , por decir de algún modo, han sido publicados en Montevideo.com y en el semanario el Pueblo de Santa Lucía donde es soportado en la actualidad. Podemos citar varias publicaciones que definen en forma perfecta a este mercenario de las letras; " La ironía y la transgresión campean en sus trabajos " Diario Clarinete de Salsipuedes; " Al leer sus notas se justifica el delito de opinión." El País de Palo Solo; " Excomulgado para siempre " Semanario Lavatutti del Vaticano, sólo por destacar las mejores opiniones. Lo cierto es que este libre pensador abre una ventana transgresora de ficción que supera la realidad, incluida la política, de allí su relativo éxito. Lo invitamos a descubrir a este personaje bajo su entera responsabilidad.

martes, 1 de agosto de 2017

A puro verso

Noche polar en el boliche “Legendarias del Camino”. Se había juntado un malón con la certeza de que podían salir de las casas  sin drama, porque los dos chorros del pueblo La Adversidá, estaban engripados.

Para que tengan una idea del frío que hacía, sepan que La Mirto colgaba las botellas de cerveza en la higuera del patio trasero  del boliche y había que entrarlas en menos de diez minutos porque sino explotaban.
Una estufa bien cargada de leña, donación no oficial de Doña Carlota De Los Patricios, cobijaba  la reunión. Las mujeres siempre con la cola pegada al fuego, vaya uno a saber por qué.

Cuando el alcohol venía campeando, arrancó Exagerado Fernández con su proseo.
-Una  vuelta juimos de pesca con El Piraña López al monte del Infierno, y cuando armamos las líneas, me di cuenta que no teníamos carnada. Buscamos por todo el lugar y no conseguimos nada. De repente veo que El Piraña tenía algo que le sobresalía en la solapa. Una cosa cuadradita, como una insignia. Y me iluminé.
-Decíme Piraña, ¿vos el domingo comiste pasta?
-Ajá. Una raviolada de carne de golondrina especial.
-Ahí mesmito le manotié el raviol de la solapa y tiramos el aparejo bien encarnao. Dos horas dispués juimos a revisar la pesca y sacamos tres tarariras. Una chica, una mediana que se había comido a la primera, y una grandota que se masticó a las otras dos. Y lo mejor de todo… el raviol estaba en la panza de la tercera. Si no me creen pregúntenle al  Piraña.

Pese a que el Piraña se había muerto hacía ya  dos años, la historia pegó fuerte en la tenida. Murmullos de aprobación se cruzaban cuando Bolazo Reyes copó la parada.
-Poca cosa ese cuentito, che. En ese mesmito monte, hace un año,  me quedé acampando una vuelta y me ganó la noche. Estaba casi dormido cuando un olor a azufre me sobresaltó. Sentí unos gruñidos, y dentre los montes apareció una figura de mandinga. Era el Lobizón Pérez que se me venía a los bifes.
Una ola de miedo recorrió el salón. Gumersindo Pérez de profesión tornero, había sido el novio oficial de la menor de las hermanas Garrapiñada. Según cuenta la leyenda, una noche cuando fue a buscar a su novia, cómo no la encontraba en el comedor de la casa, ingresó a su cuarto….Y fue allí que vio salir por la ventana al propio Bolazo quien en calzoncillos gritaba: “¡Mirá que sólo somos amigos!”.
Nunca más se lo vio a Gumersindo en La Adversidá. Las viejas chusmas decían que como la Garrapiñada lo había engañado con siete hombres distintos en la última semana, Gumersindo se había transformado en lobizón.
-¿Y cómo supo que el lobizón era Gumersindo Pérez?, le preguntó el Diente Silva, medio desconfiado, a Bolazo Reyes.
-Si bien era todo peludo, en la cara tenía el mesmo bigotito que el Gumersindo. Por si juera poco era igual de tuerto y también usaba un ojo de vidrio con los colores de Peñarol.
Frente a esos argumentos, se escucharon voces de  miedo y admiración  tipo: “¡Tremebundo!”, “¡Calamitante!”, “ ¡A la maula!” y … “¡Ancap!” acotó el Diente al que no se ocurría ninguna palabra que definiera mejor el desastre. Luego de ese corte de la platea,  Bolazo reacomodó la prosa.
-Vi por la mirada del lobizón que era cuestión de segundos para que me atacara. La bestia gruñía y estaba entuito erizao. Yo,  estaba recién salido de la carpa y  todavía hincado. Y  en ese instante… reaccioné. Manotié del bolso azul la bombacha cavada de La Garrapiñada que se había dejao olvidada en casa. Me arrastré por el suelo y  me puse detrás de una pala que estaba clavada ahí nomás. Luego, bien arrodillao, estiré de costao más de un metro, la bombacha de La Garrapiñada hasta que formé una cruz. Me ricordé del tema de la Princesita Karina y mirando fijo al Lobizón le canté;
-¡Juera!, ¡Juera de mi vida, Juera!  Y no sé si fue por la cruz, porque no le gustaba la tropical, o por el olor de la bombacha, que el Lobizón Pérez pegó terrible salto por encima mío y se perdió en la oscuridad.

La gente  estaba en un estado de paroxismo frenético comentando este fenomenal relato. La Mirto se dio cuenta que del miedo de esta aparición,  los pelos de las piernas le habían traspasado las medias can-can. Para disimular, se levantó y se puso a escuchar la radio  galena que estaba al costado de la barra. Y de repente pegó el grito:
-¡Cállense todos que va a hablar el Ministro!. Ahí nomás subió el volumen al mango para que todos escucharan.
-Sr Ministro, le preguntó el cronista, ¿qué opina de la situación del país?
-Le agradezco su pregunta. Realmente estamos muy conformes con nuestro gobierno. La pobreza está casi derrotada, la inflación no existe, hemos logrado abatir la desocupación, a la delincuencia la tenemos controlada y la deuda externa es cada vez menor.
Un aplauso cerrado invadió el boliche. Y fue así, que en forma resignada, Bolazo Reyes comentó:

-Con profesionales no se puede competir. La verdá que el Ministro nos ganó por goleada.