Noche de viernes en el bar Quita Penas. Ambiente colmado y desaforado.
El humo clandestino se filtra entre las sonrisas, exclamaciones y barbijos a
media asta de los concurrentes.
En nuestra mesa, el Bulla López acomete mi integridad y pregunta:
-Che, Pepe, ¿por qué no fuiste a la despedida del invierno en lo del
Tony Céspedes?
-¿No sabes que están peleados? azuzó el Colorado Reyes. Yo estaba
presente cuando se dio el desencuentro. Resulta que hace unos meses estábamos
jugando a la conga acá mismo, pero en la mesa de adelante, donde hoy están esas
parejas de tortolitos. Y seguramente producto de una noche bien regada, El Tony
y el Pepe empezaron a hacerse bromas y comentarios subidos de tono, como
siempre. Primero, Tony le dijo a Pepe que estaba más gordo que el Panza
Gutiérrez…
- Y Pepe le dijo a Tony que estaba más pelado que el Bocha
Pintos, recordó el Gordo Billetera quien tomó la posta de la narración sin
pedir permiso. Los calificativos fueron escalando hasta que Pepe que tiene el
don de la desubicación le…
-Dije lo mismo que el maestro Tabarez en su última conferencia de
prensa. Es decir que cerrara el esfínter, me defendí con escasa convicción.
-En realidad, fiel a tu estilo, le dijiste ese concepto de
una forma más ordinaria y maleva. Concretamente a Tony lo mandaste a que se
suturase el or…
-Se entendió el concepto, Gordo. No sigas con la narración que hay damas
presentes, le dije a mi amigo. Acto seguido, no pude evitar mirar a la Gata
Acuña que estaba estrenando novio en la mesa de adelante. Luego le hice un
guiño con el ojo que estaba fuera del alcance del pretendiente, como me había
enseñado mi tío Quique, hacía ya cuarenta años. A ella le gustó. Me
di cuenta porque se cruzó de piernas y se levantó un centímetro la falda.
-Y en esa discusión bizarra, el Tony se levantó de la mesa; lo miró fijo
a Pepe y le dijo en voz alta: “Nunca pensé que justo vos, me fueras
a hacer esto a mi que te organicé la colecta de alimentos no perecederos,
cuando andabas sin un peso por el tema del Covid”. Y ahí mismo, el
ofendido se fue dando un portazo, pese a que en este boliche nunca hubo
puerta remató el Colorado Reyes, en voz alta para la
chusma hambrienta de escuchar los detalles del insuceso.
-¡No puedo creer que esos dos estén peleados! tiró el bulla Pintos con
un dejo de nostalgia. Si son amigos desde la escuela. Recuerdo que en esa época
prehistórica, el Tony dijo que había sido él quien había escupido al bedel
Funesto Mortero desde el primer piso del edificio escolar, para
salvar a Pepe de una expulsión bien ganada.
-¿Y cuándo, ya adolescentes, salían con las mellizas Piñata y
se las intercambiaban en el cine? ¡Eso sí que es de amigos! recordó con
añoranza y sana envidia el Colorado Reyes.
-Lo cierto es que pasados varios días de la escaramuza, Pepe vino a
preguntarme porqué en el perfil del wasap del Tony, no estaba la
histórica foto del abrazo grupal de nuestro cuadro “La
máquina”, en la que todos jugamos de jóvenes. Y le expliqué que no la podía ver
porque Tony lo había bloqueado.
-Es así, Gordo, asentí con melancolía. Después le mandé un par de wasap…
-¡Y nada!, acotó el Bulla.
-Lo llamé un par de veces…
-¡Y nada! corearon casi todos los presentes.
-El domingo pasado, antes de las carreras de Maroñas, fui a lo de Tony
con el ánimo de pedirle disculpas, a sabiendas que a esa hora él siempre está
en su casa, porque concentra antes de la velada turfística. De entrada, toqué el
timbre sin éxito. Luego, empecé a golpear el” toc toc” y fue allí que escuché
la voz de Malicia…
-La hermana de Tony se llama Alicia, me corrigió como siempre, el Gordo
Billetera que era el único que la defendía en función de un amor tan intenso
como no correspondido.
-Sí, claro, fue Alicia quien me dijo: “No te molestes, Pepe. El
Tony ya me dijo que te dijera que se fue a las carreras”.
-En buen romance, Tony no se presentó a jugar el segundo tiempo metaforizó con una pincelada de vida, el Gordo Billetera.
-Es decir, hizo como Nacional en el ´49, cuando
no salió del vestuario para la segunda parte. “En buen
romance”, se fugó, remató el Colorado Reyes con aurinegra suspicacia. ¿Pepe, entonces
no vas a ir a la comida de despedida de la primavera en lo del Tony?
Todos nos quedamos escuchando el silencio de una pregunta ya contestada.
Luego, percibí un conocido taconeo de aguja que se acercaba a mi
mesa guiado por un GPS de un consabido perfume que me transportó muchos años
hacia un lejano pasado.
Levanté la vista para corroborar que la Gata Acuña estaba delante de mí.
Tenía un vaso de whisky lleno solo hasta el borde. Con dos piedras de hielo,
como me gusta y corresponde. Luego, con femenina delicadeza, lo puso en
mi posa vasos.
Primero, me dedicó una tentativa de sonrisa carmesí. Pero enseguida, soltó una verdad que tenía bien secuestrada desde su despecho.
-Pepe, no esperes que Tony te llame alguna vez… Justo vos deberías saber que de una buena puteada se vuelve, pero de una fuga, jamás.