Presentación. Quién es el autor ?

Pepe Sacapuntas es un voyeur irreverente de la realidad. Muchos de sus trabajos , por decir de algún modo, han sido publicados en Montevideo.com y en el semanario el Pueblo de Santa Lucía donde es soportado en la actualidad. Podemos citar varias publicaciones que definen en forma perfecta a este mercenario de las letras; " La ironía y la transgresión campean en sus trabajos " Diario Clarinete de Salsipuedes; " Al leer sus notas se justifica el delito de opinión." El País de Palo Solo; " Excomulgado para siempre " Semanario Lavatutti del Vaticano, sólo por destacar las mejores opiniones. Lo cierto es que este libre pensador abre una ventana transgresora de ficción que supera la realidad, incluida la política, de allí su relativo éxito. Lo invitamos a descubrir a este personaje bajo su entera responsabilidad.

jueves, 7 de enero de 2021

 

                       MOTÍN EN EL COUNTRY.

-Hola, Larry ¡“the King” of de “periodistics”! ¡me enteré que estabas con el covicho, fiera! ¡No me digas que vos también estuviste con Carmela! ¿Que no sea nabo? Ah.., bueno discúlpame… ¿En serio  tenes la data que se va a armar terrible despelote en el Capitolio? Yo estoy en Miami con Susana, esta vez  no voy a poder cubrir la nota para que vos luego le pongas la firma... ¿En serio, me pagas el pasaje y quinientos dólares? ¡Salgo para allá, Larry!

Así arrancó todo. Una ardua negociación con el número uno de la prensa gringa que me catapultó al Capitolio para cubrir la ratificación de la investidura presidencial de Joseph Biden.

Fue nomás llegar al motín disfrazado de mitin, a escasas cuadras del  Congreso, para verlo al Pato Trump parado en un cajón de madera vociferando a sus masas un señero discurso de unidad y confraternidad que haría palidecer al propio Lincoln.

-Gente amada…bajen los rifles así los puedo ver a todos. Gracias por quererme tanto. Ustedes saben que mi abogado Don Vito Giuliani presentó 8573 recursos de notable fundamento, para revocar las elecciones que nos robaron en Arizona, Pensilvania, Georgia, Michigan y Paso de los Toros. Y teníamos tanta razón que casi ganamos uno. ¡Es que nos han robado la victoria queridos sicarios, paramilitares y grupos de asalto, aquí presentes! Tenemos la prueba filmada que en  Georgia, en la ciudad de Smallville, en el Condado de Robert E. Lee, hubo dos mesas donde los fiscales permitieron votar a más negros que ciudadanos blancos de ley.

-¡Eso es fraude, manyas ladrones! gritó con todas sus fuerzas el relator de “Pasión Tricolor” que estaba a mi lado. ¡Esa gente estaba totalmente inhabilitada como el delantero pelado que nos clavó en el último clásico!

Pero Donald, sin siquiera contestarle, prosiguió con su denuncia de fraude electoral:

-¿Cómo van a permitir sufragar a los latinos comunistas pro castristas marxistas leninistas feministas belicistas de la ciudad Fidelillo, en Nuevo  México? ¿Dónde está la racionalidad de esa concesión antipatriótica? ¿Los jueces electorales, acaso no conocen  la revolución cultural de mi amigo Mao? Por eso, ahora marcharemos por Tomkinson Way…  ¡directo  al Congreso, ya! Vamos a darle a nuestro humilde pueblo de Wall Street, y  a los queridos compañeritos de Klu Klus Klan aquí presentes, que agitan sus pañuelos de racismo a los cuatro vientos, la gotita de nafta que se precisa para prender fuego sus corazones y los despachos de los demócratas que se crucen en su camino. ¡Que Nixon los bendiga!

Y fue así que arrancó la hermosa procesión ciudadana.

Una suerte de motín pero sin Marlon Brando, no el Bounty;  sí en el Country.

Ya frente al Capitolio, a las puertas de ingreso al mismo, la caravana variopinta de la paz,  se detuvo ante una enorme pantalla gigante que trasmitía la ceremonia del recuento de votos de delegados de cada estado, para confirmar el nuevo presidente de los EEUU.

En ese magno recinto, el vicepresidente Mickey Pence iba leyendo los resultados de cada estado con trémula pero objetiva voz. Así decía:

-Idaho: dos votos supremacistas de calidad para el glorioso partido republicano.

Y las bazookas de la procesión flameaban al viento.

- Vermont: treinta votitos latinos de cuarta para los pichis demócratas.

Y la gente trumpetista abucheaba y escupía con respeto.

La ceremonia era previsible hasta que en un momento, pudo reconocerse en la pantalla, una metálica y cilíndrica figura conocida por muchos de nosotros. Yo no podía dar crédito a lo que veía. Creo que por motivos de seguridad el FBI no dejó pasar la filmación al exterior. Pence se acercó a la figura;  ella le dio un sobre y Mickey lo mostró al Congreso y al mundo. Las caras de los representantes presentes en la sesión eran de miedo real. La tensión era tremenda. Bastante nervioso, Pence  abrió la carta y leyó en alta y gringa voz.

-Donald Trump. 74 añitos. Vive en Florida. Ha dejado un tendal de deudas en Atlantic City. Y ahora, de viejo, no quiere ponerse la tinta adecuada en su cabello.

-¡¡Oooooooh!! Dijeron al unísono todos los congresistas.

Luego, Pence prosiguió su lectura, ya  con una mueca de satisfacción liberada.

-Además Donald, no acepta el resultado de las elecciones pese a que perdió por millones de votos, no ganó un solo recurso de fraude electoral,  es racista, misógino, y le dice a sus votantes que Ultratón es un demócrata encubierto al que le va a romper el oj..

Ahí, sí. Fue el acabose. La llama que encendió la pradera de odio. Unos muchachos que resultaron ser los Village People del siglo  veintiuno, marcharon con el Dr. Salle, sin enano pero con su megáfono, y comenzaron a trepar los muros perimetrales del Capitolio. Ya en tierra firme, emprendieron un respetuoso diálogo con la guardia nacional, entre palos y gases lacrimógenos. Como las cámaras seguían filmando pude ver a la activista Irma Leites envuelta en una bandera confederada que decía “Plenaria, memoria y garrote”, rompiendo varias estatuas del monumento de los veteranos de Vietnam, al grito de: “palo y malo para los milicos imperialistas”.

Momentos más tarde, unos conciudadanos del condado de la Ámsterdam de Peñarol, con sus garrafas al hombro, se encargaron de destruir todo el despacho de Nancy Pelosi mientras vociferaban: “va bala a la gallineta”.  

Fue en esta hermosa fiesta de la democracia, delante mío, que  escuché decir a Joselo López  mirando al cielo, y con lágrimas en sus ojos: “ Y ahora si se quedan sin Presidente en el imperio ¿a quién le vamos a echar la culpa de todos nuestros males?

El perenne sindicalista tenía razón. Un caso de acefalía de poder de esta magnitud era muy grave para el orden mundial. Me estaba empezando a poner nervioso hasta que me sonó el teléfono. Lo atendí para escuchar:

-Hola Pepe, soy yo Juancito. Te vi en el la tele. Acá en Caracas están trasmitiendo en vivo el despelote. Vos que sos un referente del Capitolio, decile a Nancy que mientras no tengan presidente yo puedo ser el encargado. Es que con un solo trabajo no me alcanza ni para pagarme los chalecos antibala, vos sabes bien lo caro que está todo por estos pagos de Bolívar.

-Gracias, Guaidó, por tu patriotismo ecuménico, le contesté emocionado.

Ya más tranquilo ,mientras pasaban unos  muchachos de la Asociación del Rifle con la cabeza de mármol de Roosevelt bajo la axila de un barbudo, reflexioné.

¡Qué gil que fui! ¡Cómo no me di cuenta! ¡Si la solución se caía de Maduro!

Pero con minúscula.