Tengo un amigo que me ha bancado en las malas. Se llama
Diego Bengoa. Tiene cierta dignidad en su forma de escribir. No es un grande
como yo, pero le tengo afecto. Además le debo unos mangos.
La vez pasada me llamó por teléfono y me dijo:
-Che, Pepe; me dijiste que me ibas a dar una mano con mi
libro Cuentos Crónicos, que ibas a hacer una campaña de marketing, me pediste
un adelanto y no solo no hiciste nada , sino que te borraste.
-Quedate tranquilo, fiera. Ya mismo te voy a preparar una
nota de excepción.
Y en eso estoy. A
ver qué les parece.
“Señor Colectivero de la línea Google, ¿me permite subir a
este blog? Gracias, muy amable.
Distinguido público que viaja en este colectivo cibernético de
la emoción, la risa y la ternura. Tengan ustedes muy, pero muy buenas tardes. Disculpen
que les robe un minuto de su apreciado tiempo.
Editorial Doble Clic ha puesto a la venta el libro del
escritor de vanguardia Diego Bengoa. Una verdadera joya que usted no puede, no
debe dejar de leer.
Se trata de su creación; Cuentos Crónicos. Imperdible. Un verdadero vuelo en diferentes estilos
literarios desde el realismo francés, pasando por el mágico y haciendo escala
en el misterio del aeropuerto “Horacio Quiroga”.
-¡Si caballero, el de la mano alzada de la PC de mi izquierda…ya
se lo entrego!
Por lo que vale un kilito y algo de asado, por la mitad de
un escocés y menos de unos buenos coloretes y rímel, usted podrá conocer; ciudadanos de a pie y de a
caballo, prostitutas, asesinos, cobras, cazadores, diplomáticos, osos salvajes,
detectives y muchos más. Siempre viajando en esta aerolínea mágica visitando lugares de ensueño como París, Nueva York, Alaska y hasta la India.
Hoy, por ser una propaganda comercial, y a entera revisación del pasaje computarizado
estoy entregando un ejemplar del libro
por una suma irrisoria. Metan un dedazo
en la parte de arriba del blog y verán que no les miento.
Si da hasta vergüenza -en esta prosa colectivera- decir lo que cuesta este boleto al desenchufe y desachate diario. Pero además, si van a la librería, o lo compran por
Montevideo.com y le dicen a la vendedora que vienen de parte de Pepe Sacapuntas, les
va a cobrar lo mismo. Pero de yapa, les obsequiará una sonrisa de la casa. Recién
horneada. Bien casera. Tan auténtica como las que se hacían en el barrio cuando
éramos niños.
-Si, Señora, la de la compu amarilla ¡ya se lo entrego! y no me guiñe el ojo que
estoy trabajando. No mezclemos los tantos, después le paso mi celular.
-A ver, la otra dama que no me mira. La Señora distinguida del fondo que está meta
teclear. ¡Sí Usted, la del cabello ensortijado
onda Rita Hayworth ! No tengo dudas
que le gusta alardear frente a sus amigas sobre sus lecturas. Ahora tiene
la oportunidad de decir que está leyendo a un escritor multinacional. En
una misma hojeada bien ojeada, usted
conocerá al vasco Bengoa cuyo origen
ancestral es Bilbaíno pero
también a Ben Goa, un escritor
descendiente de una familia de rancheros
de Texas (en realidad de un rancherío). No se ría doña, ¡un poco de respeto!
Mire que esta obra literaria es calidad
pura.
-¡Señores… Señoras, ustedes no se pueden perder este
decomiso de la Aduana mental de su creador! No se hagan los distraídos como
político citado a declarar en el juzgado penal.
No los voy a entretener mucho más porque no quiero que me
vuelvan a procesar por injurias.
Solo me resta decirles que:
Este libro no debe faltar ni afectar la cartera de la dama o el bolsillo del
caballero. Así que a meter suela, vayan ya a la librería que se agota
Y sigo entregando.”