Jornada de calor tremebundo.
Estrepitoso. El termómetro de ese día de enero se había clavado en 43 grados a
la sombra y no quiso seguir subiendo porque la estadística oficial no lo
permite. Es que al igual que la inflación, si se va demasiado para arriba la
aguja, le inventan algún giro para que el
número se quede por ahí “quietito como cusco en bote”.
Yo estaba en la cola de la Intendencia Montevideana Inclusiva
Progresista y Polisexual Ambivalente , con no más de tres o cuatro parroquianos escasos
por delante, esperando para hacer mi
trámite.
Una empleada municipal, que era el doble de Flora (la
empleada pública que da vida el genial Antonio Gasalla) entre toses, pucho y
expectoraciones múltiples con una voz muy femenina, del tipo de la Alberto Kesman,
le preguntó a un grandote con bucles coloreados a pura agua oxigenada y cloros varios;
-¿Usted para qué viene?
-Mi nombre es Waldemar Peloche, tengo 32 años, soy del barrio “El
Empuje”, mi signo es Virgo, desocupado de lunes a jueves, mi “Jovi”
es pescar castañetas en los lagos del Parque Rodó, tengo ojos color fogoso. Juego de back derecho en el club barrial “Rapiñeros”, pero como la liga de verano se
suspendió porque los muchachos de varios equipos están procesados, me vengo a anotar para el concurso de Reina
del Carnaval con el nombre de ; “Yenny la Traviesa”.
Un caballero tan enjuto
como engominado, bien empilchado y que
portaba un singular traje color cremita , tercero en la cola de los beduinos
de la capital, saltó como El Senador Agazzi contra las manifestaciones
populares rurales (ahora que es gobierno, antes las promovía y las integraba).
-¡Perdón Señor, pero ese concurso es para damas! Y usted es
un caballe..
Antes que terminara su frase, la Señora Waldemar , es decir La Traviesa , se desmayó entre sillas y taburetes que
estaban a nuestros costados, al grito moribundo
de:
-¡Un “dotor” que este degenerado me partió el alma, me partió ! ¡Es que me están discriminando! ¡Otra vez me
niegan la identidad de género! Y entre esos gritos desaforados, de humillación
injustificable, casi se traga el escarba
dientes que llevaba de forma muy sensual al estilo “boquilla” , en la comisura inferior de su labio izquierdo en una onda muy Marlene
Dietrich.
La Flora municipal no esperó un segundo y con mucha educación
lo encaró al desubicado de la gomina:
-Decime una cosa ¡tarado! ¿ vos no sabes que esta
Intendencia es inclusiva e integradora?
Si la señorita Waldemar considera –con todo derecho- que es la dama de las
camelias. Es Margarita Gautier y punto.
Se acabó. The end. Te quedó claro ¿blanco pillo? Porque eso debes de ser vos,
si hasta pinta de oligarca latifundista tenes.
El caballero desubicado y golpeador de sueños de género hizo
mutis, (tal vez por el foro batllista). Y pasó el siguiente de la cola. Era un
gauchito que traía un gallito bataraz y le dijo a Flora;
-Vengo a apuntar a “Cocorito”
para el concurso de toros Hereford
astados del próximo Prado 2018, pesa 680
kilos, tiene el lomo tapado, una superficie escrotal que mete miedo y puede
atender 35 vacas al toque.
El violento de la gomina , en forma desubicada y algo
temeroso inquirió:
-¿Perdón pero no es un gallo? Si fuera así no debería poder…
-¡Cállese la boca atrevido! le dije yo, sin hesitar. En el país de Daniel y las
maravillas cada uno es lo que quiere, por el tiempo que le guste y chau pinela.
Si el gallo quiere ser toro, ¿qué carajo le importa a Usted? No sea fascista y
castrador de utopías. Y antes que siga preguntando estupideces le voy a decir
que yo me vengo a apuntar para el concurso de ayudante de ayudante de ayudante
de asistente de Portero del Zoológico del Parque Lecoq, zona oeste, y vengo a pelear un puesto por la cuota afro.
-¡Me parece bárbaro! me dijo en tono sonriente, Flora. Y si
además querido señor, usted es de los “nuestros” , como me parece, puede optar
por el concurso “compañero”, una creación del MPT (Movimiento de Participación Truchelli).
Y guiñándome el ojito me acotó: -Venite esta nochecita por casa que te doy
todas las respuestas, mientras me frotas la espalda “papito”. Ya te dejo mi
celu atrás de la inscripción. ¿Tamos?
Pero como uno es digno hasta la médula le aclaré en alta voz;
-Gracias,¡ mamita! pero solo te voy a pedir las respuestas
que no sé. Porque uno debe ser honesto a carta cabal. Y al engominado le voy a aclarar que si bien
exteriormente no soy afro, y hasta parece que tuviera ojos claros, mi finada abuela
a la hora de la siesta me decía: “¡Negrito! Si seguís haciendo ruido te voy a
curtir el lomo a chancletazos.” O sea soy afro descendiente y perseguido desde
niño. Y seré curioso; el caballero entrometido, de ultra derecha que tanto
pregunta ¿se puede saber a qué viene?
El devorador de ilusiones se acomodó el saco. Tragó saliva
de los nervios que tenía y con mucho tacto me contestó:
-Me llamo Enjundioso López. Tengo en propiedad con dos hermanos
un campito en Caraguatá de trescientas hectáreas, heredados de mi Abuelo
Cristalino. Dicen que soy estanciero pero en realidad no sacamos más de
cincuenta mil pesos “limpios” por mes. Estoy embargado porque no pude pagar la
cuatro por cuatro Ford de 1985 que
necesito para entrar al campo embarrado los días de lluvia. Me venía a apuntar
para pedir hora para renovar la libreta. Pero luego de lo que he presenciado, me gustaría saber si el subsidio para los
travestis perseguidos en la dictadura está vigente y lo puedo pedir… Es que veo que esto es un verdadero festival y no
quisiera perderme la “volada”.
La compañera Flora lo miró fijo. Acto seguido le preguntó;
-¿Caraguatá dónde
queda?
-En Tacuarembó, en la octava sección judicial, le contestó Enjundioso
con orgullo indisimulado.
- Y venís acá ¡a sacar la libreta y pedir el subsidio de los
travestis Montevideanos! ¡Pero sos un inmoral! ¡No tenes vergüenza! ¡Tomátelas,
descarado! le dijo la compañera Flora
con absoluta ética y prístina voz.
Y yo me quedé pensando.
No hay caso; al que
nace oligarca y barrigón “es al ñudo que lo fajen pa ´ incluirlo”.