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lunes, 20 de noviembre de 2017

Y sigo entregando.


Tengo un amigo que me ha bancado en las malas. Se llama Diego Bengoa. Tiene cierta dignidad en su forma de escribir. No es un grande como yo, pero le tengo afecto. Además le debo unos mangos.
La vez pasada me llamó por teléfono y me dijo:
-Che, Pepe; me dijiste que me ibas a dar una mano con mi libro Cuentos Crónicos, que ibas a hacer una campaña de marketing, me pediste un adelanto y no solo no hiciste nada , sino que te borraste.
-Quedate tranquilo, fiera. Ya mismo te voy a preparar una nota de excepción.
Y en eso estoy.   A ver qué les parece.
“Señor Colectivero de la línea Google, ¿me permite subir a este blog? Gracias, muy amable.
Distinguido público que viaja en este colectivo cibernético de la emoción, la risa y la ternura. Tengan ustedes muy, pero muy buenas tardes. Disculpen que les robe un minuto de su apreciado tiempo.
Editorial Doble Clic ha puesto a la venta el libro del escritor de vanguardia Diego Bengoa. Una verdadera joya que usted no puede, no debe dejar de leer.
Se trata de su creación;  Cuentos Crónicos. Imperdible.  Un verdadero vuelo en diferentes estilos literarios desde el realismo francés, pasando por el mágico y haciendo escala en el misterio del aeropuerto “Horacio Quiroga”.
-¡Si caballero, el de la mano alzada de la PC de mi izquierda…ya se lo entrego!
Por lo que vale un kilito y algo de asado, por la mitad de un escocés y menos de unos buenos coloretes y rímel, usted  podrá conocer; ciudadanos de a pie y de a caballo, prostitutas, asesinos, cobras, cazadores, diplomáticos, osos salvajes, detectives y muchos más. Siempre viajando en esta aerolínea mágica visitando  lugares de ensueño como  París, Nueva York, Alaska y hasta la India.
Hoy, por ser una propaganda comercial,  y a entera revisación del pasaje computarizado estoy entregando un ejemplar  del libro por  una suma irrisoria. Metan un dedazo en la parte de arriba del blog y verán que no les miento.
Si da hasta vergüenza -en esta prosa colectivera-  decir lo que cuesta este boleto  al desenchufe y desachate diario.  Pero además,  si van a la librería, o lo compran por Montevideo.com   y le dicen a la vendedora   que vienen de parte de Pepe Sacapuntas, les va a cobrar lo mismo.  Pero de yapa,  les obsequiará una sonrisa de la casa. Recién horneada. Bien casera. Tan auténtica como las que se hacían en el barrio cuando éramos niños.
-Si, Señora, la de la compu amarilla  ¡ya se lo entrego! y no me guiñe el ojo que estoy trabajando. No mezclemos los tantos, después le paso mi celular.
-A ver, la otra dama que no me mira. La  Señora distinguida del fondo que está meta teclear. ¡Sí Usted, la del cabello ensortijado  onda Rita Hayworth ! No tengo dudas  que le gusta alardear frente a sus amigas sobre sus lecturas. Ahora  tiene  la oportunidad de decir que está leyendo a un escritor multinacional. En una misma  hojeada bien ojeada, usted conocerá  al vasco Bengoa cuyo origen ancestral  es Bilbaíno  pero  también a   Ben Goa, un escritor descendiente de  una familia de rancheros de Texas (en realidad de un rancherío). No se ría doña, ¡un poco de respeto! Mire que  esta obra literaria es calidad pura.
-¡Señores… Señoras, ustedes no se pueden perder este decomiso de la Aduana mental de su creador! No se hagan los distraídos como político citado a declarar en el juzgado penal.
No los voy a entretener mucho más porque no quiero que me vuelvan a procesar por injurias.  Solo  me resta decirles que:
Este libro no debe faltar ni afectar  la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. Así que a meter suela,  vayan  ya a la librería que se agota

Y sigo entregando.”