Me llama a la reflexión la
actitud de algunos dirigentes blancos que prestamente pasaron la aspiradora
anti corrupción contra Sendic, pero ahora quieren barrer debajo de la alfombra ,
la catarata de desaguisados y cheques voladores de un Intendente de su propio
pelo. Es lo que se llama cultura partidaria
en política, o encubrimiento en derecho penal.
Yendo a algo más profundo, hace
unos días una compañera de mi cadena de
viejos para jóvenes pero jóvenes para viejos,
puso el dedo en el ventilador. Planteó desde España, donde ella reside,
un tema de alto contenido emocional para la grey masculina.
Concretamente, mandó un
artículo de una especialista de
moda que
sostenía que los hombres maduros debían dejarse las canas. Que las
nieves del tiempo eran más sexys y apreciadas por las mujeres.
Al preguntar la opinión de los rufianes que componen nuestra tertulia wasapera, sólo se escuchó:
-Cri, cri… Cri, cri… Un
silencio de grillo abandonado.
Ni los pelados se animaron a
opinar por miedo a las represalias.
Como periodista de
investigación, luego de haber participado
como corresponsal en la guerra de los Roses (tremenda película) y en la
marcha de la “Guerra contra el abuso del
agua mineral”, no podía esquivar el bulto a este tema filosofal. Aún a riesgo de
poner en juego mi mollera.
Por eso invité a una "picadita" a varios próceres en camuflaje de
peladas, licenciados en tintas,
alquimistas de colores y ciencias camaleónicas, para un debate sólido y con
alto grado de madurez.
Además, la idea era hacer la previa entre unos pocos.
Luego, teníamos un asado en el Bar “La Grela”,
con todos los
jugadores de mi ex equipo “Los Raspadores”. Un dream team de la
patada artera, que los comensales
supimos integrar, en los lejanos ochenta.
Puntualmente a este encuentro
preliminar, se hicieron presentes; El colorado Díaz, El Gordo Billetera, El
Bulla López (ex boxeador especialista en tirarse a la lona si le daban con el
precio) y el Flaco Miseria.
Luego de leerles la nota
sobre el pelo encanecido, el Gordo Billetera rompió el hielo.
-Mira, Pepe. Por más que te
dejes un estilo medio canoso, tipo Echarri en su estado terminal, lo tuyo no es cien por cien natural. No afiles tu cuchillo
porque no sos un genuino espécimen de la naturaleza. Unas risitas jodidas, casi rateras, de los demás, comenzaron a
escucharse. El Gordo que de gil no tiene nada aplicó el lema, “el que pega
primero, pega dos veces”. Tenía que salir de escena porque sino yo iba a ser el cartón ligador. Por eso
contragolpeé;
-¡Hace el favor, lechonazo!
Si vos parece que te pusieras pomada “Omega” de zapatos en el balero, con ese
tono renegrido que sacudís al viento. Me haces recordar a Rajoy
de la frente para atrás, porque el gallego se deja los años solo en la barba
blanca. Y creo que los efluvios de la
coloración le están afectando el cerebro, a estar a los últimos episodios de
Cataluña.
-Además se ve que a Rajoy lo asesoró Charly García con su look bigote
bicolor, dijo al instante el flaco Miseria.
-Bueno, es preferible tener
dos colores claramente definidos y no cuatro o cinco como vos, le mandó el
Colorado Díaz, en un jab de discusión
sin regreso.
-En tu caso Colorado, tenes
uno solo pero pareces el Bambino Veira con ese rubio desteñido, le dijo el Bulla, y agregó; “macho soy yo que no me pongo nada”.
-Será en la cabeza, le
acepté. Porque te metes las cremas anti- age,
a lo bobo. La otra vez fui a tu casa y estabas con la cara llena de
tierra de jardín, lombrices incluidas .En los ojos , como no tenías pepino, te habías puesto dos
rodajas de mortadela marca “Jorgito” . Así que no vengas a dar cátedra.
-Muchachos, creo que el tema
no debe personalizarse. Una cuestión a discutir es si la tinta es un recurso de
nuestros días, o siempre hubo morochos
que no eran tales, planteó con sentido
histórico el Colorado.
- No tengo dudas. La tinta es
una coquetería de siempre. Gardel, era demasiado
morocho para cincuenta y algo; Elvis lo mismo,
ni que decir de Paul Mc Cartney, Mick Jagger, Brad Pitt , o David
“multicolor” Beckham. Desconfío hasta de
Hitler, cincuentón y cero cana… ¡no va! exclamó el Gordo Billetera. Y agregó;
yo prefiero morocho que naranja tipo Trump o de jopito rubión como Danilo Astori cuando era más joven. Menos
como el Cuquito o Forlan, con esas mechitas claritas. Eso no es de hombres,
y lo digo sin ánimo de ofender, Colorado.
-Yo creo que hay mucho de
doble discurso , de clara hipocresía. En Uruguay ningún hombre usa tinta, pero
se venden cuatro millones de frascos al mes de; Colorín forte, Ayudol Men, Tintex for Vikings , Blond Cinque Minutes, y similares. Ello sin contar
el proseo barato del falso machismo de muchos hombres.
Además hay algunas mujeres, que creen que el tinte de pelo es una suerte de chacrita propia
intocable. Ellas pueden ser árbitros de fútbol, camioneras, boxeadoras,
levantar pesas, pero los hombres ni
tinta puedan usar.
-Algo de eso hay Pepe, me
respaldó el flaco Miseria.
Mientras esta discusión se
daba, la gallega Josefa que viene a limpiar
una vez por semana mi morada, estaba
callada y meta escoba.
-¿Y usted qué opina, doña
Josefa? Le preguntó el Colorado.
-¿Yo? Que sois todos unos
maricones; ¡del primero hasta el último! Mi difunto Paco, Dios lo tenga en la
gloria, hubiera dicho exactamente lo
mismo que yo. Ése era un hombre: un macho de verdad. De baño justo, solo cuando
el olor se lo pedía. No como ahora que
os pasais enjabonados, con cremas y
tintas: os haceis las uñas y todo otro
tipo de mariconadas.
-Yo respeto su opinión, doña.
Pero Don Paco …¡ se depilaba las piernas en la peluquería de Robin Flower!
agregó a las risas el Gordo.
Un momento de pausa cortó el
tiempo.
Pero Josefa que no es de dar por
perdida ninguna discusión, le contestó.
-Paco se depilaba, sí. Pero
porque yo se lo pedía. Lo hacía por amor. Y con cera sin calentar.
-Eso sí que es ser macho,
acoté con indisimulada admiración.